El halcón y la flecha (Jacques Tourneur, 1950) es, en mi opinión, una de las más maravillosas películas del género de aventuras. Cuenta cómo el intrépido Dardo (Burt Lancaster) lidera la rebelión contra el Duque Urbis, el malvado aristócrata que ha secuestrado a su hijo e impone el terror en la Lombardía.
Famosa por la secuencia de acrobacia de Dardo y su fiel Piccolo (Nick Cravat) en el castillo del duque, la película cuenta con una de las actrices que mejor encarnaron el papel de heroína en los años 50: Virginia Mayo. Ésta, en el papel de sobrina del Duque, Anne de Hesse, es secuestrada por Dardo con objeto de ser usada como rehén.
En la escena, Anne es secuestrada por Dardo y para que no escape, se le hace llevar un collar de hierro al cuello, unido a una cadena. La película es deliciosamente ingenua, alegre y elemental en su planteamiento del bien y el mal. Anne, que odia al principio a su secuestrador, deriva poco a poco sus sentimientos en admiración y amor. La lectura del collar y la cadena nada tienen de BDSM, pero se han quedado, desde aquellas sesiones de películas del sábado por la tarde, en mi colección de imagenes míticas.
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