viernes, 4 de febrero de 2011

Exhibicionismo (en todos los sentidos) de El último tango en París



Hoy toca hablar de El último tango en París porque ha fallecido María Schneider, la actriz devorada por el símbolo, tan joven -sólo 19 años cuando rodó la película- y capaz de plantar cara al mito entre los mitos, Marlon Brando. Hay quien afirma que es una película que no ha resistido el paso del tiempo. Quizás haya momentos lentos y algo casinos, pero escenas como la que ofrecemos a continuación son magistrales, geniales. Jamás envejecerán.


El tango final es el final de la pareja, un tango deconstruido y absurdo. Simboliza a los amantes cansados, que han agotado ya todo el caudal de sexo que parecía imparable al principio. Ahora se exhiben sin pudor, el muestra su culo, ambos su patetismo, se abrazan con pocas ganas y se ríen de su público. El es un fracasado. Ella, una burguesita que juega a provocar. ¿Que no ha resistido el paso del tiempo? Ja. 

(Otras entradas de Cine y BDSM sobre El último tango en París: Aquíaquí  y  aquí )


Escena del tango

jueves, 3 de febrero de 2011

Juegos BDSM en Cachorro

Cachorro (2004) es una de esas películas de Miguel Albadalejo aparentemente sencilla y naturalista pero con trasfondo complejo. Bajo la trama anecdótica de un chaval que debe pasar una larga temporada al cuidado de su tío homosexual, late una hermosa historia. El sentirse abandonado por mamá a esa edad tan complicada entre la niñez y la adolescencia. El transito desde una vida irresponsable y frívola hacia la paternidad fortuita y la zambullida en la madurez. Y además, un retrato sin tópicos de hombres homosexuales que bordea el costumbrismo pero no cae en él.


La escena BDSM es muy breve: Bernardo (David Castillo) se despierta en la noche y oye ruidos que vienen del cuarto de tito Pedro (Jose Luis García-Pérez). Un pelín asustado, empuja la puerta y se lo encuentra tan ricamente esposado y acompañado de un muchachote embutido en cuero. La escena, como ya digo, es breve y no tiene moralina, se presenta tal cual, dos chicos que no son Amo y sumiso, sino dos que se gustan y tienen ganas de jugar. Pocas veces el sexo BDSM aparece en el cine con tanta naturalidad.