sábado, 29 de noviembre de 2008

Danza ante la cobra en La tumba india.

Una de mis películas fetiche, La tumba india (Fritz Lang, 1959) contiene una escena de danza muy apropiada para complacer al Dueño.

La bella Sheete (Debra Paget) debe bailar ante la Cobra para salvar su vida. Ejecuta un baile hipnótico, que deja medio atontada a la serpiente y al resto de espectadores -todos malvados, lo cual hace que la escena sea más suculenta. Sadismo refinado y sensualidad, Debra Paget todo curvas, trenza y ojos verdes.

Y además, de aventuras.


viernes, 28 de noviembre de 2008

Escena de baile en Picnic

Picnic (Joshua Logan, 1955) contiene una bella escena de seducción: un baile entre Hal Carter (Wiliam Holden) y Madge (Kim Novak). La fiesta campestre casi acaba y suena, ya de noche, Moonglow. Madge baja las escaleras como una diosa, Hal la espera y el resto de personajes babea.

Hal es un prototipo de masculinidad, un héroe atormentado, frágil y también honesto y cabal. Madge es dulce, femenina, absolutamente carnal. Entre ambos la energía sexual fluye sin palabras. Una delicia.

jueves, 27 de noviembre de 2008

Una escena de Herida.

En Herida (Damage, Louis Malle, 1992) se plantea una relación muy poco convencional entre Stephen (Jeremy Irons) y Ana (Juliette Binoche). No es BDSM, no hay sumisión, pero la entrega que se refleja en la historia es brutal. Y terriblemente destructiva. Una historia de dependencia física y emocional devastadora.

La primera parte de la escena es uno de los polvos entre los amantes. Recuerdo que me reía la primera vez que lo vi, esos cabezazos de la Binoche me parecían ridículos. No es una película que me entusiasme, no me gustan los protagonistas. Sin embargo me resulta muy atractivo el planteamiento de la historia y su desenlace. Tragedia en mayúsculas.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Mis Dominantes favoritos: el Comandante Reisman

El Comandante Reisman (Lee Marvin en Doce del patíbulo,1967) es uno de mis Dominantes favoritos.

Como he escrito en la entrada inicial, me entusiasma encontrar rasgos de ejemplares Dominantes en las películas de mi vida. Doce del patíbulo lo es, nunca me canso de verla y el Comandante Reisman es un pedazo de Dominante como la copa de un pino.

Veanlo en la genial secuencia inicial. Nadie como Él para pasar lista, mirada fría e implacable. Considerado indisciplinado por sus superiores, pero enérgico y firme, absolutamente estricto. El mejor para sacar provecho de esa recua de degenerados.

martes, 25 de noviembre de 2008

Bigas Luna: dos películas con falso Dominante

En Jamón, jamón (1992) y en Huevos de oro (1993) el protagonista es un falso Dominante. Ambos interpretados por Javier Bardem.

En Jamón, jamón, el visceral Jose Luis se comporta con animal en celo. Persigue -a cambio de dinero- a Silvia (Penélope Cruz) utilizando para ello todas las estrategias del macho repleto de testosterona. La escena de la discoteca es tópica, botellín a la cintura y meneos de perdonavidas. Suspiros de las niñatas envidiosas.



En Huevos de oro, Benito González tiene poder, dinero, dos Rolex y dos mujeres. Se vanagloria de su masculinidad y no permite que otros gallos vengan a alborotarle el corral. Es hortera y reune en su totalidad todos los elementos más abyectos del macho mediterráneo.



En ambas, el Dominante resulta ser la víctima y su ostentoso poder sólo fachada.

lunes, 24 de noviembre de 2008

Ese oscuro objeto de deseo: otra visión del cambio de rol

El BDSM surrealista que planea en varias películas de Luis Buñuel tiene una magnífica expresión en Ese oscuro objeto de deseo (1977). Una película llena de símbolos, donde el cambio de rol en el argumento juega un papel casi didáctico.

Mathieu (Fernando Rey) se ve obligado de pasar de Dominante a sumiso porque quiere poseer a Conchita (Ángela Molina/Carole Bouquet). El juego sexual entre ambos, nunca consumado, es cruel.

En la secuencia Mathieu sufre la mayor de las humillaciones. El anterior Dominante prueba de su propia medicina y saborea las amarguras de la sumisión: ver su objeto de deseo en manos de otro. La escena se redondea con un final equilibrado. El humillado Mathieu recupera su anterior rol y vuelve a someter a Conchita. La llave que ésta le entrega, casi al final, es la llave simbólica de su virginidad, la que abre su cinturón de castidad. Aunque ya sea demasiado tarde. ¿O no?

domingo, 23 de noviembre de 2008

Lunas de hiel: cambio de rol y hastío

Quizás lo más extraordinario de la cinta de Roman Polanski sea la desmitificación de una relación BDSM. Óscar y Mimi, tras unos comienzos idílicos, caen en el caos autodestructivo por puro aburrimiento. Se ensañan uno con otra, son terribles, crueles hasta lo insoportable.

En esta escena hay aún esperanzas de salvar la relación. Hastiados del rol inicial, cambian de papeles y prueban al juego Ama/sumiso de la manera más vulgar y tópica. Un nuevo fracaso.

sábado, 22 de noviembre de 2008

El baile de Mimi

En Lunas de hiel (Roman Polanski, 1992) se narra la historia de un desafortunado cambio de rol. Sumisa que pasa a Dominante, Dominante que pasa a sumiso, con no muy buenas consecuencias.

Mimi (Emmanuelle Seigner) baila para Óscar (Peter Coyote). La escena es perfecta, nada de bobadas. Mimi es recia y sensual. Nada de florituras. Baila para Óscar, usa su melena como arma de seducción y deja que se le salga el pecho del vestido con pasmosa naturalidad. Una escena soberbia.

viernes, 21 de noviembre de 2008

Una escena de Deseo, peligro

En Deseo, peligro (Ang Lee,2007), el Señor Yee (Tony Leung) es un todopoderoso jefe de los servicios secretos japoneses. También un traidor a su país, China. También un esposo que a veces tiene tiempo para su mujer (que prefiere jugar al mahjong).

Y, sobre todo, es un fiero Dominante que se enamora de la mujer equivocada.


jueves, 20 de noviembre de 2008

A vueltas con El último tango en París

Dos desconocidos -más tarde Paul y Jeanne- follan en un piso en alquiler. Un polvo de pie, sin palabras. La belleza del extraño, la atracción de no saber quién, ni por qué.

Más tarde, aprender a ser sexo. Nada de prejuicios. Sexo sucio pero limpio. Como la mantequilla. Como pasear el coño sin depilar por las habitaciones casi desnudas.

Cuando llegan las preguntas, todo acaba.

Diálogo entre Paul y Jeanne

-¡Ah! y quieres que ese hombre que amas, te proteja y cuide de ti.
-Sí.
-Y que ese brillante, dorado y poderoso guerrero, te construya una fortaleza, en la que puedas refugiarte, para ya no volver a tener miedo, desterrar el miedo, y no volver a sentirte jamás sola, ni encontrarte nunca vacía. ¿Es eso lo que quieres verdad? ...Pues nunca lo encontraras.
-Pero si ya he encontrado a ese hombre.
-Bueno, entonces no tardará mucho en pedirte que seas tú, la que le construya una fortaleza con la ayuda de tus pezones, tú pelo, tú sonrisa, tú olor y buscará un lugar donde se sienta lo suficientemente cómodo y lo suficientemente seguro, para poder adorar su propio aguijón.
-He encontrado a ese hombre,
-NO, no, estás sola, TÚ ESTAS SOLA. Y no serás capaz de liberarte de ese sentimiento de soledad, hasta que mires a la muerte de frente..Pero, ¡ah! Eso suena a romanticismo de mierda...hasta que vayas directa al culo, directamente al culo, hasta las mismas entrañas del miedo. Y entonces es posible, SÍ, es posible que entonces seas capaz de encontrar a ese hombre.
-Pero si ya lo he encontrado...eres tú, tú eres ese hombre.
-Dame las tijeras.
-¿Qué?
-Dame las tijeras de las uñas, vamos, quiero que te cortes las dos uñas de la mano derecha, esas dos.
-Ya ésta.
-Ven aquí. Quiero que me metas los dedos en el culo.
-¿Qué?
-Quiero que me metas los dedos en el culo ¿¡Estás sorda?! ¡Hazlo!.
Voy a buscar un cerdo. Voy a tener un cerdo para que te haga el amor, y quiero que el cerdo te vomite en la cara y tú te tragues su vomitera. ¿Lo harás por mí?
-Sí,¡sí
-Quiero, que el cerdo se muera mientras tú le haces el amor y tengas que ir detrás de él enganchada, oliendo sus pedos de cerdo moribundo ¿Harás eso por mí?
-¡Sí! sí, y más aún.

viernes, 7 de noviembre de 2008

Ann Darrow


Buceando en mi memoria, en Ann Darrow (Fay Wray, King Kong, 1933) se encuentra el germen de mi sumisión.

Atada a sendos postes, esperando al Amo genuino, al Rey. Adorada por Él. Sumisa finalmente insumisa. Qué pena.