Con Todo lo que siempre quiso saber de sexo (y no se atrevió a preguntar), Woody Allen planteaba en siete cortometrajes otros tantos tabúes sexuales, en clave de comedia desenfrenada. Exhibicionismo, zoofilia, cinturones de castidad, sadomasoquismo... Todo ello amalgamado con las constantes del estilo de este cineasta: el psicoanálisis, el sentido de la vida y de la muerte y el sexo.
En la siguiente escena asistimos a un programa de televisión llamado "¿Cuál es su perversión?". Por él desfila un exhibicionista que se muestra en el metro. Y luego, un rabino viejecito que gusta de ser atado y azotado. Es encantador verle tan sonriente, bajo el látigo de una Dómina que está como un queso de buena.
La escena debería ser de visión obligatoria para Amos, Amas, sumisos y sumisas que se toman la vida y a ellos mismos tan en serio y estan tan encantados de conocerse, que dan asco.
martes, 10 de febrero de 2009
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