Hablar de El último tango en París (Bernardo Bertolucci, 1972) son palabras mayores y, por descontado, aquí no se ofrecerá ningun tipo de crítica -ni me atrevo ni es el cometido de este espacio-. Es una película que desborda su esencia de obra de arte y ha devenido en mito y, sobre todo, hay que postrarse ante él, poderoso Marlon Brando, que se come la pantalla y nos devora a nosotros de paso.
En la escena, María Schneider cruza el límite y se declara capaz de entregar a su amante todo lo que le pida:
- Voy a traer un cerdo para que te haga el amor y quiero que el cerdo te vomite en la cara y tú te tragues su vomitera. ¿Lo harás por mi?
- Si. Si.
Pero sabemos que ninguno de los dos se lo cree demasiado.
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4 comentarios:
Mítica película. Aun recuerdo que yo era peque y oia que la gente se iba a Francia a verla porque aqui estaba prohibida.
Marlon Brando como siempre... ummm
Un besito, preciosa.
Quizás el mito de Perpignan oscureció el objetivo de la película. La gente iba a verla por sus escenas de sexo y, como siempre en Bertolucci, el sexo es el pretexto. Las divagaciones filosóficas de Marlon Brando creo yo que dejaron a cuadros al personal que hacia cola en los cines.
Besos, querida kaya.
¡y..la famosa escena de la mantequilla!!
Marlon Brando se come la cámara, hay una angustia salvaje en su personaje q es inolvidable.
Mar, un gran trabajo en este blog, tus comments sobre las pelis son de agradecer.
Muchas gracias, es emocionante saber que el blog gusta. Gracias por tus comentarios, May. Un beso.
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