Un pez llamado Wanda (Charles Crichton, 1988) es una comedia por la que no pasa el tiempo. Un reparto en estado de gracia, que combina británicos (John Cleese y Michael Palin) y estadounidenses (Kevin Kline y Jamie Lee Curtis, más payasa que nunca) y que hace chistes a su costa. Un guión superlativo, obra y gracia de John Cleese. Humor negro, escatológico, sexual... todo sin aditivos. Yo me sigo riendo a carcajadas.
Uno de los múltiples momentos divertidos es la escena de sexo entre Otto (Kevin Kline) y Wanda (Jamie Lee). Otto es un animal sexual -el pobre es casi lo único que sabe hacer bien- y sabe desplegar un variado catálogo de parafilias que le ponen a cien: se excita con el olor de sus axilas, con las botas de Wanda y con su olor, con las medias... Pero al que le sacan más partido es al fetichismo por el italiano, que cuando a Wanda le hablan en italiano...
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1 comentario:
Gracias, así lo hare. Un cordial saludo.
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