En Thirteen (2003), Catherine Hardwicke realiza un honesto y brutal retrato de la entrada en la adolescencia. Recién cumplidos los trece, Tracy (Evan Rachel Wood) asume que ser aceptada socialmente y convertirse en una chica popular implica comprar compulsivamente, vestir a la moda, ponerse piercings, tener sexo sin control y drogarse. Aunque narrada con algo de precipitación y algún histrionismo, la película es una dura copia de cierta realidad de los institutos.
En la escena, Tracy y su amiga Evie (Nikki Reed), se drogan y se pegan hostias. Se hacen sangre, casi no se dan cuenta, se divierten. Es la escena inicial de la película -si no recuerdo mal- y presenta lo que es el leitmotiv de la misma: el doloroso camino que supone hacerse mayor.
lunes, 26 de enero de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario