En Diario de una camarera (1964), Luis Buñuel, adaptando a Octave Mirbeu, lleva al cine uno de sus temas predilectos: las mezquindades y perversiones disimuladas de la burguesía. La nueva doncella de la familia Monteil es el testigo y nuestro guía en la historia; con ella descubriremos las represiones sexuales y la decadencia moral de la clase alta de la época.
La escena presenta a la doncella Celestine (Jeanne Moreau) atendiendo a los requerimientos del abuelo de la familia, el Sr. Rabour (Jean Ozenne) : un fetichista de las botas femeninas. La escena es, asimismo, una muestra del papel de Celestine en toda la película: objetiva, observadora e independiente. Cumple su trabajo sin implicarse emocionalmente y nunca sabemos cual es su postura real ante lo que le rodea.
La película es una muestra del buen hacer de Luis Buñuel como cineasta. Su humor negro, el surrealismo, la crueldad sin sentido, la crítica a la jerarquía católica y al fascismo... son elementos presentes en su filmografía y en esta cinta. Y, en el aspecto que nos trae, fetichismo (no sólo de botas femeninas, también el juego que dan los uniformes de la servidumbre) y otros comportamientos sexuales que se presentan de manera reprimida y, por tanto, insana.
(El vídeo no tiene sonido real, sino que le acompaña un tema de Edith Piaf. Lo lamento, pero es el único que encontré)
viernes, 9 de abril de 2010
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