Vive y deja morir (Live and let die, Guy Hamilton, 1973) es la primera película de Roger Moore como James Bond y el inicio de una caída en picado hacia argumentos y personajes cada vez más delirantes. Malos que dan risa, tramas rocambolescas y un James Bond que ya es casi una parodia.
No me puedo resistir a dedicar este post a una de las chicas Bond más chachis de toda la saga, Jane Seymour. Aquí es nada menos que una echadora de cartas que siempre acierta, con un nombre maravilloso: Solitaire. Se supone que si pierde la virginidad, pierde también el poder de adivinar el futuro y el pícaro de Bond, que está a la que salta, no desaprovecha un bocado tan exquisito (y haciendo trampa, el muy pillo). Ella, se rinde, toda sumisa, pierde todos sus poderes y hasta casi la mata el malo. No me digan que eso no es entrega, y de la buena.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Sí,sí, que es entrega y absoluta..saludos :)
Y que Jane Seymour lo hace fácil, con esa carilla de cordero degollado. Dan ganas de acunarla.
Saludos.
Publicar un comentario